El título no es caprichoso, sí arbitrario (como casi todo en este mundo?).
Así comienza “Prisión Emocional”, tema de Fricción (1986).
Y aplica, siempre aplica.
No soy de darle demasiada importancia a esas cuestiones de los signos, aunque – por cierto – aplica, a veces aplica.
Y casualmente (causalmente? siempre me gustó jugar con esa dualidad y contraposición de estos dos términos), leía en una página dedicada al zodíaco, el “Horóscopo Semanal” y este concepto:
“A veces, son las formas las que te fallan, no el contenido. De hecho, siempre has dicho que jamás te arrepientes de lo que dices, pero sí a veces, de cómo lo dices.”
Definitivamente, estoy fallando (y mucho) en las formas. Lo tengo claro. No son tiempos de mucha sabiduría, en ese sentido.
Y me arrebato. Después de mucho meditarlo, meto la cabeza en la guillotina. El resultado? Y…me la arrancan de un único, frío y certero corte.
Si hay algo que duele (y mucho duele) es que me digan que no soy lo que aparento. He hecho un culto de la transparencia y la frontalidad en mi vida. Por ende, duele, la puta si duele.
Pero así las cosas.
No fueron las formas correctas, lo sé. Otro debió ser el proceder, pero sigo creyendo que los motivos no estuvieron errados. Después de todo, la situación me desvelaba.
Aunque en rigor de verdad, debo reconocer que el remedio ha sido peor que la enfermedad.
En el fondo, creo que esto se puede recomponer (sino, ya me hubieras desterrado definitiva y completamente sin miramiento alguno). Depende de mí? Tal vez. Muy probablemente sí, pero… La duda!
Así no puedo, más no doy. Sé que voy a tomar una decisión al respecto. No sé cuándo.
Después de todo, es completamente autoflagelante decirle a alguien “te extraño”, sabiendo que no puede ya leerte (como esto, que de seguro muy difícilmente alguien ha de leer).
Prisión Emocional…
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