"En una melancólica medianoche,
mientras yo cavilaba débil y cansado,
sobre un curioso y arcaico volumen de saber olvidado.
De pronto se oyó un golpecito,
como de alguien que llamaba,
llamaba quedamente a la puerta de mi habitación.
Será algún visitante, refunfuñé,
que llama a la puerta de mi habitación.
Es que en verdad estaba adormilado.
Tan suavemente vinisteis a golpear
y tan débilmente vinisteis a llamar,
que apenas estaba seguro de haberos oído.
y tan débilmente vinisteis a llamar,
que apenas estaba seguro de haberos oído.
Y entonces abrí de par en par la puerta."